lunes, 23 de enero de 2012

La Carta de la Tierra

Resumen del artículo: Murga-Menoyo, MªA. (2009): “La Carta de la Tierra: un referente de la Década por la Educación para el
Desarrollo Sostenible”, Revista de Educación, nº extraordinario “Educar para el Desarrollo
Sostenible”, pp. 239-262. Disponible en: http://www.revistaeducacion.mec.es/re2009/re2009_11.pdf


El artículo defiende la Carta de la Tierra como un importante referente educativo en el marco de la Década por la Educación para el Desarrollo Sostenible 2008-2012.
La Carta de la Tierra, pretende ponerse a la altura de la Carta de las Naciones Unidas, y de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, regulando las relaciones entre los estados, los individuos y la naturaleza. Se plantea como un código regulador de las relaciones universales planetarias. Concibe el planeta de una manera holística, como un sistema interdependiente.
Sus cuatro principios básicos son: el respeto y el cuidado de la comunidad de la vida. La integridad ecológica. La justicia social y económica. La democracia, no violencia y paz.
La Carta cumple dos funciones de carácter educativo: Ofrece los mimbres de un modelo educativo para forjar sociedades comprometidas con el desarrollo sostenible, y promueve el dialogo global sobre la ética para la sostenibilidad. Con esto se quiere conseguir sensibilizar a la población sobre las problemáticas globales y asumir un compromiso personal de responsabilización que motive un cambio de comportamientos hacia estilos de vida más sostenibles, fomentando una cultura participativa y de colaboración que propicie la emergencia de una ciudadanía planetaria.


El texto de la Carta se sostiene sobre tres pilares básicos forjados por la educación.
Creación de la identidad humana planetaria.
Donde se afirma que la supervivencia de la propia especia pasa por formar una sociedad global con una identidad compartida que se preocupe conjuntamente por el cuidado de la comunidad de la vida. Esta sociedad se caracterizaría por la diversidad de sus integrantes que deberían asumir su singularidad, la identificación con el grupo (muchos grupos), y la pertenencia a una especie integrada en el sistema global de la vida.
Esto se puede conseguir con una educación moral que logre una ciudadanía comprometida con la acción colectiva. Esta educación tiene asociados los valores: Prioridad de los intereses comunes a los individuales, valor intrínseco de la vida, austeridad, moderación, sosiego, cuidado, no violencia, primacía del valor de uso sobre el valor de cambio y solidaridad.
Emergencia de la co-responsabilidad.
La responsabilidad en el marco del desarrollo sostenible debe de ser:
Universal: De todos los actos derivan responsabilidades con el ecosistema, tanto con los seres vivos como con la biocenosi.
Sincrónica y diacrónica: En el primer caso responsabilidad hacia los que habitan en nuestro tiempo, en el segundo hacia las generaciones venideras.
Diferenciada: La responsabilidad es asumida en la medida de las posibilidades y medios de cada uno. Así cuantas más posibilidades, poder, y medios tenga uno, mayor es su responsabilidad.
Practica de la compasión comprometida y crítica.
La compasión es un sentimiento asociado al amor y al cuidado de la comunidad de la vida. Genera sensibilidad, empatía y implicación hacia el dolor ajeno. Tiene un matiz político, en cuanto es radical y busca la crítica hacia las condiciones estructurales que puedan causar el problema. La practica de la compasión conduce a la ética de la solidaridad y el compromiso con todos.

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